lunes, 19 de marzo de 2012


La revolución del rock en Guadalajara 

Por: Gladys Trujillo 
Cada grupo dió todo en el escenario. Foto: Gladys Trujillo
Los Malditos Cocodrilos lo describieron de una manera correcta. Y no precisamente con palabras dichas por ellos, si no por las personas que catalogan de raros a quienes asisten a los conciertos de rock. El Revolution Fest fue el foro donde se reunieron los que "han de ser comunistas o intelectuales y hasta han de traer tatuajes".

También había personas con la piel libre de tinta. Y es que si algo caracteriza este tipo de eventos es que son incluyentes. ¿Qué mejor forma de demostrar eso si no es en un escenario en donde canta Sekta Core y luego Cartel de Santa?

Los asistentes disfrutarón todos los generos presentes. 
El fuego se apoderó de Guadalajara de una forma constructiva: con la intención de mejorar el entorno mediante la música.La fuerza y el enfado (o desenfado) de los géneros alternativos levantaron la voz.
Entre un escenario y otro los asistentes iban y venían. Cada manifestación musical tenía algo que decir.
Expresar una opinión no siempre es cosa de ser agresivos, o estar enojados. Decir lo que es necesario en determinado momento, en este caso, manifestarse en contra del miedo y la violencia, sólo necesita de las notas correctas y una voz honesta.

La alegría del ska que hace de las protestas algo muy bailable y pegajoso. El metal, con sus voces guturales y guitarras agresivas que llaman a la batalla una y otra vez. El rock, que con acordes fuertes y letras sensibles buscan la manera de llegar a la médula del escucha.

Thell Barrio, banda originaria de Zapopan, se hizo presente
Miles de fanáticos congregados en el Foro Alterno disfrutaron de sus canciones favoritas, esas que han musicalizado cada episodio de sus vidas y que siguen escenificando una parte de la historia colectiva.
Las palabras justicia, libertad, no violencia, expresarse y compartir fueron las más usadas en este evento. Todas como elementos clave para transformar la sociedad en que vivimos. Y es que la forma más pacífica que existe para mostrar el desacuerdo es la música.

Hablar de rock es hablar del hijo raro de la familia, ese que nadie entiende pero que encanta a quien lo conoce. El rock no se entiende, se siente.Y se hizo sentir en esta edición del Revolution Fest, que clama por el fin de la violencia como inicio de una revolución (valga la redundancia) y el cambio definitivo que nos permita salir a la calle sin miedo. 
Elis Paprika no podia faltar en el Revolution Fest

La forma de conseguirlo: sencillo. Hacer expresa la inconformidad y tomar parte de las acciones que comprometen el futuro personal y social. Como diría Disidente: "me has dicho que el rock ha muerto, pero no te creo". Guadalajara tampoco lo cree, porque demostró la vitalidad de que se llena con las guitarras eléctricas, baterías, voces desgarradoras y letras que muestran que sí hay alternativa para luchar.

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